¿Llevas mucho tiempo sintiendo tristeza, cansancio y bajo ánimo? Estas sensaciones pueden deberse a muchos factores, pero quizá estés sufriendo el proceso depresivo leve que es la distimia.

¿Qué es la distimia?

Se trata de una forma de depresión leve con un pronóstico generalmente favorable, siempre y cuando se detecte a tiempo y se tomen las medidas necesarias.

Múltiples estudios analizan la prevalencia de los trastornos mentales más frecuentes entre las personas mayores, que son la demencia y la depresión. La depresión, pese a no ser una enfermedad asociada directamente con el envejecimiento biológico, sí tiene una alta prevalencia en el sector de la tercera edad, situándose como uno de los trastornos afectivos más frecuentes.

En este artículo te explicamos qué es la distimia y sus síntomas, sus diferencias con otras complicaciones relacionadas y la importancia de la prevención y un tratamiento adecuado.

Síntomas de la distimia

La distimia, también conocida como trastorno depresivo persistente, es un trastorno afectivo de curso crónico y de una intensidad menor a la depresión mayor. Entre sus principales síntomas destaca la presencia de un ánimo deprimido durante al menos dos años, junto con otros síntomas como alteraciones del sueño, problemas de concentración o fatiga y alteraciones del sueño.

Los síntomas del trastorno distímico pueden causar dificultades significativas en la vida cotidiana. La intensidad de estos síntomas puede variar con el tiempo. Además, se pueden presentar episodios de depresión mayor antes o durante la distimia, lo que se denomina en ocasiones “depresión doble”.

Entre los síntomas manifestados con mayor frecuencia por las personas que padecen distimia, destacan los siguientes:

  • Estado de ánimo negativo y sensación de tristeza
  • Dificultades para realizar actividades cotidianas
  • Aparición de un estado de ánimo melancólico
  • Dificultades para disfrutar de experiencias positivas
  • Sensación de desesperanza
  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas y/o aquellas que habitualmente resultaban placenteras
  • Altibajos del estado de ánimo con tendencia a la irritabilidad y la tristeza
  • Trastornos del sueño: insomnio (dificultad para conciliar el sueño, permanecer dormido durante la noche y/o despertarse demasiado pronto por la mañana) o hipersomnia (tendencia al sueño en situaciones anormales)
  • Falta de energía y fatiga crónica (por ejemplo, tener ganas de dormir en cualquier momento del día)
  • Baja autoestima y tendencia a la autocrítica
  • Pérdida o aumento del apetito
  • Problemas de concentración: dificultades de memoria y concentración incluso en actividades lúdicas
  • Dificultad para tomar decisiones
  • Sentimientos de culpa y preocupación por el pasado
  • Disminución del rendimiento intelectual
  • Falta de energía y ganas para realizar actividades sociales y tendencia al aislamiento
  • Disminución de la actividad, eficacia y productividad

Aunque, como vemos, pueden darse muchos síntomas, el trastorno distímico se caracteriza principalmente por un estado de ánimo depresivo durante la mayor parte del tiempo a lo largo de varios días y los siguientes síntomas: pérdida o aumento del apetito, insomnio o hipersomnia, falta de energía, baja autoestima, dificultad para concentrarse y/o tomar decisiones y sensación de desesperanza.

La distimia se define como un trastorno crónico que persiste al menos 2 años en personas adultas. Durante ese periodo, el paciente debe tener los síntomas durante más de 2 meses seguidos y presentar un episodio depresivo mayor. Además, la afección no debe explicarse por la presencia de otras complicaciones como trastorno depresivo mayor crónico, episodio maníaco, hipomaníaco o misto, trastorno ciclotímico o abuso de sustancias. Asimismo, los síntomas no deben atribuirse a otras causas como uso de medicamentos, enfermedades médicas, duelo o cualquier circunstancia de la vida que pueda causar tristeza.

La distimia puede aparecer a cualquier edad. Cuando se inicia en la infancia, puede proseguir hasta la adultez, de manera que la persona afectada desarrolla una visión pesimista del mundo y tiene una pobre conciencia del estado de ánimo normal, teniendo por tanto dificultades para identificar lo que le pasa como una enfermedad. Sin embargo, las consecuencias de un pensamiento negativo continuo y una baja autoestima persistente pueden ser muy significativas a lo largo de la vida.  

Principales diferencias entre distimia y depresión

Existen diferencias sustanciales entre la distimia y el trastorno depresivo mayor cuando se atiende a su evolución en periodos relativamente largos, tal como se puede observar en la siguiente tabla:

CARACTERÍSTICAS CLÍNICASDISTIMIADEPRESIÓN MAYOR
Antecedentes familiaresMenos frecuentesFrecuentes
InicioInsidiosoBrusco
Edad de inicioDesde la infanciaEdad adulta
CursoCrónicoFásico
GravedadMenos graveMás grave
PronósticoFavorableMenos favorable
Respuesta a tratamiento farmacológicoVariableBuena
Duración de los síntomas para efectuar el diagnóstico2 años2 semanas
Síntomas predominantesSíntomas cognitivos y emocionales: baja autoestima, anhedonia (incapacidad para sentir placer, pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades de la vida), fatiga y pobre concentraciónSíntomas vegetativos y psicomotores: problemas de apetito y libido, retardo o agitación psicomotora
Características compartidasHumor depresivo, alteraciones del sueño, disminución de la energía, pobre concentración, indecisión

Fuente: Jiménez-Maldonado, M. et al. (2013). La distimia en el contexto clínico.

No obstante, hay que resaltar que la distimia y el trastorno depresivo mayor tienen síntomas compartidos, como un deterioro funcional importante y bases biológicas comunes, tales como la predisposición genética y la calidad de la respuesta a tratamientos farmacológicos. Por ello, frecuentemente, los síntomas se superponen. Ambos trastornos se incluyen en el espectro de los trastornos afectivos y su síntoma principal es el ánimo deprimido.

Sin embargo, a diferencia del trastorno depresivo mayor, cuyos síntomas se consideran “más graves”, las personas con distimia pueden pasar largos periodos sin consultar al médico, lo que conlleva un gran sufrimiento y menores posibilidades de recibir tratamiento y recuperarse. Además, la distimia es crónica; en este trastorno predominan los síntomas sobre los signos, es decir, son más frecuentes los síntomas cognitivos y emocionales que los síntomas vegetativos y psicomotores. 

Por otro lado, entre los síntomas de la distimia predomina la baja autoestima, la fatiga, la anhedonia, la pobre concentración y la irritabilidad, mientras que en la depresión se observan más problemas de apetito, libido y agitación o retardo psicomotor.

La distimia es una entidad independiente del trastorno depresivo mayor, por lo que es importante distinguir ambas afecciones. No obstante, son difíciles de distinguir al tener síntomas en común. Por este motivo, algunos autores consideran que, más que distintas enfermedades, se trata de diferentes entidades a lo largo de un mismo espectro de ánimo deprimido. Es fundamental estudiar detalladamente la evolución del trastorno distímico para un tratamiento adecuado.

El manejo terapéutico de la distimia es similar al tratamiento del trastorno depresivo mayor. Incluye una combinación de tratamiento con medicamentos antidepresivos y psicoterapia. Lo más eficaz es la combinación de ambas, ya que, además de las bases biológicas del trastorno, la distimia también afecta al funcionamiento emocional, por lo que la psicoterapia debe ir unida al tratamiento farmacológico. Han demostrado especial eficacia terapias como la cognitiva, conductual, cognitivo-conductual, interpersonal, psicodinámica y de apoyo.

La intervención psicoterapéutica facilita la mejoría de síntomas como la anhedonia, la incapacidad para experimentar o percibir eventos positivos y la sensación de desesperanza, entre otros. Asimismo, la psicoterapia permite aprender estrategias de afrontamiento adecuadas para reducir el estrés. 

El enfoque del tratamiento más recomendado depende de múltiples factores como la gravedad de los síntomas, los métodos de tratamiento utilizados anteriormente, etc. Por ello, si te has sentido identificado con la descripción de la distimia que te hemos presentado en este artículo, no dudes en contactar con un especialista para valorar tu situación. 


¿Cómo ayudar a alguien con distimia?

Ayudar a alguien con distimia puede resultar frustrante ya que puede que, por más que lo intentemos, no veamos resultados inmediatos. Es por ello que nuestro enfoque debe ser de absoluta comprensión sin esperar soluciones mágicas.

Entonces, lo primero es hacer sentir a la persona que estamos allí para ella. Puede parecer obvio y elemental, pero el simple hecho de que sienta que alguien la valora, la escucha y le presta atención sin caer en juicios de valor, será un verdadero aliciente. Esto es lo que verdaderamente debe ponerse en práctica cuando nos planteamos cómo ayudar a alguien con distimia.

Si hay algo que puede resultar contraproducente es insistir en pedirle que se anime, que se sobreponga a lo que siente. Si fuera cuestión únicamente de voluntad, el asunto sería bastante sencillo. Hay que entender que se trata de una condición de enfermedad y desequilibrio que sobrepasa las capacidades psicológicas de la persona. Pedirle que sencillamente siga adelante provocará una sensación de incapacidad mayor.

El arma principal cuando pensamos en cómo ayudar a alguien con distimia es la paciencia. Hay que practicar la paciencia para lidiar con las actitudes que puede tomar una persona que padece de este problema. En todo momento se debe transmitir tranquilidad y sosiego a través de la palabra y la acción, para que de esta manera se pueda aliviar cualquier tensión que empeore el cuadro.

En fin, es ofrecer una dedicación especial que propicie un clima de tranquilidad, entendimiento y comprensión para que fluya la comunicación de tal forma que afloren poco a poco los problemas que mantienen a la persona bajo tan crítico estado mental.


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