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Cómo vivir con artrosis de columna

Para saber cómo vivir con artrosis de columna primero debemos definir la enfermedad. La artrosis de columna, conocida como artrosis lumbar, es una de las enfermedades reumáticas más comunes. Se produce como consecuencia de la lesión o degeneración del cartílago de las articulaciones de la columna lumbar. Este cartílago es la superficie lisa por la que se deslizan los huesos de las articulaciones.

Las cinco vértebras que forman la columna lumbar, situadas en la espalda, entre las costillas y la pelvis, están unidas mediante varias superficies articulares cubiertas por cartílago. Al desgastarse este cartílago, se produce la artrosis de columna, aunque, como veremos, la evidencia científica apunta a un cambio de enfoque en el que se centra la atención en el fracaso de los procesos reparadores más que en los procesos degenerativos.

Figura 1 y 2: Artrosis de columna. Sociedad Gallega de Cirugía Ortopédica y Traumatología

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Síntomas de la artrosis de columna

Los síntomas de la artrosis de columna suelen desarrollarse poco a poco y empeorar con el tiempo. Algunos de los signos y síntomas incluyen los siguientes:

  • Dolor: las articulaciones afectadas pueden doler durante o después de realizar movimientos.
  • Rigidez: la rigidez en las articulaciones puede notarse más al despertar o después de estar en reposo.
  • Sensibilidad: es posible que la articulación esté sensible al aplicar un poco de presión sobre o cerca de la misma.
  • Pérdida de flexibilidad: se pueden producir limitaciones en el movimiento.
  • Sensación “chirriante”: podrías sentir una sensación chirriante al usar la articulación y escuchar chasquidos.
  • Osteofitos: los osteofitos son pedazos adicionales del hueso que comienzan a sentirse como bultos duros y pueden formarse alrededor de la articulación afectada.
  • Hinchazón: puede producirse por la inflamación de los tejidos blandos alrededor de la articulación.

Los principales síntomas de la artrosis de columna son el dolor, la rigidez y la limitación de la movilidad, según la Fundación Española de Reumatología.

El síntoma más frecuente es el dolor que aparece con el movimiento y la sobrecarga lumbar y que mejora con el reposo. En general, el dolor se localiza en la propia columna lumbar, pero en ocasiones puede producir lo que se conoce como dolor “irradiado”, es decir, localizado en zonas próximas como las nalgas o en la cara posterior y lateral del muslo.

La intensidad del dolor es variable y no suele padecerse estando en reposo. También puede notar algún ruido articular al moverse o limitaciones en algunos movimientos, sobre todo al empezar a hacerlos tras llevar un rato inactivo. Al principio el dolor suele ser ocasional, pero con el tiempo puede volverse más constante. Las épocas de dolor son más frecuentes con los cambios en el clima y, especialmente en la presión atmosférica.

La artrosis de columna también puede ser asintomática y diagnosticarse por casualidad al realizar una radiografía lumbar por otros motivos.

Artrosis de columna vertebral

La artrosis de columna vertebral afecta a las zonas de más movilidad de la columna: la columna cervical, la zona media de la columna dorsal y las últimas vértebras lumbares.

La artrosis de columna suele aparecer después de los 50 años. Su evaluación depende del estudio por imagen y, principalmente, de las radiografías. Es la enfermedad articular más frecuente en el mundo.

En la actualidad, se ha modificado la idea que se tenía sobre la artrosis. Tal como indica el profesor e investigador Eugenio de Miguel Mendieta (Servicio de Reumatología del Hospital Universitario La Paz de Madrid), aunque se solía asociar la artrosis con el proceso degenerativo ligado a la edad, hoy día se tiene un concepto dinámico que apunta a que gran parte de las alteraciones patológicas son resultado de procesos reparadores más que degenerativos; es el fracaso de dichos procesos lo que origina la enfermedad.

Sin duda, el dolor es el síntoma principal de la artrosis. La mayoría de pacientes con artrosis sintomática presentan dolor mecánico, es decir, aquel que aumenta con la actividad física o sobrecarga y mejora con el reposo y posturas antiálgicas, a diferencia del dolor inflamatorio que se incrementa al estar inactivo y mejora con la actividad física.

No obstante, se han encontrado otros tipos de dolor, aunque en menor medida, como dolor en reposo y dolor nocturno.

Además, un porcentaje notable de los pacientes con artrosis de columna vertebral es asintomático. Por ejemplo, en la artrosis de rodilla, que es la localización mejor estudiada, los estudios indican que aproximadamente la mitad de las personas tienen signos radiológicos de artrosis, pero menos de un 25% de los mismos manifiestan algún grado de dolor.

Por ello, es fundamental evaluar con detenimiento la relación entre dolor y artrosis, puesto que este análisis es básico a la hora de realizar el diagnóstico, pronóstico y tratamiento.

La radiología se utiliza tanto en el diagnóstico como en el seguimiento de los pacientes.

Artrosis de columna dorsal

El dolor producido en la columna dorsal, es decir, la región comprendida entre la columna cervical y la columna lumbar, es conocido como dorsalgia, que no debe confundirse con artrosis de columna dorsal, puesto que no es una enfermedad, sino un síntoma.

La artrosis de columna, como hemos visto, afecta conjuntamente a la columna cervical, la zona media de la columna dorsal y las últimas vértebras lumbares.

La dorsalgia, en todo caso, podría ser un síntoma de la artrosis de columna, aunque no siempre es así, ya que puede derivarse de otras causas.

La región de la columna dorsal, pese a ser la más larga, es la que tiene menor movilidad. Su función es la de proteger los órganos vitales formando la caja torácica junto con las costillas.

Se consideran dos tipos de dorsalgia:

  • La que afecta generalmente a la zona dorsal alta y se observa con mayor frecuencia en personas que realizan trabajos en los que permanecen con el dorso inclinado hacia delante o hacen esfuerzos con los brazos elevados. En este tipo de dorsalgia las mujeres son más susceptibles que los hombres. Asimismo, el factor laboral tiene una gran importancia. Dentro de este grupo también se encuadra la dorsalgia de las mujeres en los meses posteriores al parto.
  • Las dorsalgias debidas a causas menos frecuentes como:

a) enfermedad degenerativa como artrosis localizada en uno o dos niveles, una vértebra cuneiforme o una conjunción de hipercifosis dorsal con hiperlordosis lumbar que sugieren sobrecarga funcional de la zona de transición dorsolumbar;

b) enfermedades óseas, principalmente las causadas por fracturas de osteoporosis, metástasis óseas de tumores no originarios del hueso o las producidas por tumores de la sangre;

c) enfermedades reumáticas como la Espondilitis Anquilosante (EA);

d) enfermedades locales de la región dorsal, como infecciones en la espalda o, más raramente, traumatismos en esta región o contracturas de la musculatura paraespinal;

e) dolor referido, producido por múltiples causas (infarto, aneurisma, tumores de estómago, inflamaciones del páncreas, etc.) que no tienen que ver con la columna vertebral.

En la dorsalgia alta el dolor se localiza casi siempre en la región interescapular. Suele aliviarse con el reposo. Frecuentemente es influenciado por trastornos emocionales.

Respecto al diagnóstico, el estudio del dolor dorsal es muy similar al del dolor cervical. Se requerirá hacer una historia clínica con especial incidencia en la forma de aparición del dolor, duración de los síntomas, presencia de fiebre o de otros síntomas generales. También será necesaria una correcta exploración física.

Los tratamientos variarán en función de la causa. En caso de infecciones, se utilizarán antibióticos, mientras que, si hay tumores, se valorará la realización de radioterapia.


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